Se fue el más grande
Hace unas semanas, en una fría y oscura madrugada, en las que al despertar con la agradable sinfonía de pitidos del despertador y sintonizar las cruentas y amargas noticias, y dar una mirada rápida a las marañas sociales, encontré una noticia no muy alentadora: Paco de Lucía había fallecido.
Lo primero que se viene a la mente es la pregunta, ¿cómo así? Pues sí, tan sencillo como que todos se mueren algún día, y esa sensación de vacío llega. Pero y por que sentir algo así por una persona que nunca tuvo conciencia de mi existencia y tampoco sabrá que yo sí lo conocía? Por una razón, y es porque en el día que volví a tomar una guitarra entre las manos, y quise convertirme, en además de un intérprete aficionado, en un erudito de la guitarra y guitarristas.
En ese camino de aprendizaje, mientras entrenaba mis dedos y manos para producir alguna que otra canción, y entre libros, amigos, e internet indagaba sobre sus más grandes intérpretes, tenía ya la referencia de la guitarra por la música de cuerda colombiana, genialmente interpretada por mi abuelo, y por ahí fui escuchando otros géneros, música clásica, jazz, rock, flamenco. Este último siempre había captado mi ignorante atención, ya que solo al saber más que provenía de la "madre" patria, entre las melodías que había escuchado por casualidad o decisión, había siempre en ellas una excesiva virtuosidad, sentimiento y pasión que no tenían otros géneros en las 6 cuerdas.
Allí, encontré que el sinónimo del flamenco tenía nombre propio, Francisco Sánchez Gómez, un intérprete que entré el más tradicional género de los españoles logro abrirle al mundo los oídos y hacerlo llegar a todas partes y tener la admiración de muchos. Al escuchar sus melodías y cerrar los ojos, siempre tuve la percepción que tocaban mínimo tres guitarristas pero oh sorpresa cuando pude ver uno que otro de sus vídeos y no había más que un guitarrista, a veces si uno o dos más a su lado, pero que posiblemente no eran más que un adorno para la magia que Don Paco destilaba entre sus dedos.
Allí, siguiendo el aprendizaje, encontré que como ningún otro, interpretaba el Concierto de Aranjuez de Don Joaquín Rodrigo, a la perfección y tener a sus espaldas a toda una orquesta no era más que una compañía para el magno sonido de las seis cuerdas de Don Paco Allí, encontré también un mágico disco de "fusión" jazz-flamenco junto a Al di Meola y John McLaughlin con una de las canciones más populares del género: Mediterranean Sundance, en la cual dos americanos con sus guitarras y sus técnicas excelsas veían como el español con sus dedos y cuerdas los hacía trizas sonora y visualmente.
Y así, puedo citar muchas referencias de Don Paco que vi, escuche y sentí, y en todas ellas, el mejor guitarrista del mundo y de la historia, capaz de tener el mundo a sus pies con sus raíces, con su tradición, con su magia, capaz de tomar una guitarra y dominarla, amarla como a una mujer intensamente, se fue de este mundo siendo leyenda y se quedará eternamente en la lista de aquellas personas que quise ver antes de morir, especialmente con un sabor amargo, puesto que hace unos meses estuvo en esta ciudad, a la que nunca pensé que vendría.
Don Paco se fue sin saber de mi o de muchos de sus admiradores, pero los que conocimos sus canciones aprendimos con él que para llegar al mundo no hay que hacer más sino hacer las cosas de corazón, con pasión, autenticidad y pertenencia como la tuvo él, un ejemplo del cual particularmente los colombianos deberíamos aprender y no avergonzarnos de nuestra cultura ante el mundo.
Quienes me conocen saben que ante la pregunta: ¿quién es el mejor guitarrista del mundo para usted? Sin dudar ni un nano segundo siempre he respondido, respondo y responderé: Paco de Lucía.
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