La E.O.A.
Cuando tenía 9 o 10 años, mi papá me regaló un libro. Se llamaba "Rinoceronte: la forma diferente de ser un duro". En su momento, recuerdo que no entendí muy bien la analogía con el rinoceronte, pero luego de leerlo y releerlo decenas de veces, lo entendí. Ser "un duro" es alcanzar la capacidad de proponerse metas e intentar hacer y ser el mejor en lo que se decida. El rinoceronte, porque es un animal que cuando embiste, no se detiene hasta lograr su objetivo.
Entre las páginas de aquel libro, recuerdo que había una parte que hablaba de usar la "E.O.A.", sigla de "experiencia de otros animales". Al estar protagonizado con la figura de un rinoceronte, habitante natural de la selva llena de otros animales, el punto aquí era que no se necesitaba ser o hacer las cosas de "otros animales" para aprender y evitar malos momentos.
Por ejemplo, siendo un rinoceronte, no es necesario comerse las sobras que dejan los leones, como lo hacen las hienas, porque observando se nota que lo que se come carne podrida, además que los rinocerontes no son carnívoros...Puede parecer obvio o incluso tonto, pero estoy seguro que mucha gente no lo nota, o no lo ve, o no lo entiende como analogía.
Trasladando esto a la vida humana, sería algo como salir a andar alguna calle céntrica de la ciudad, ver a personas habitantes de la calle sucias, sin hogar y llevadas por las drogas...y luego querer ir a consumir drogas. Ver gente borracha tirada en los andenes, untada de vómito o incluso sus propios orines y entonces ir a comprar 3 botellas de alcohol para beberlas. Situaciones así hay por doquier, espero que ya vea el punto.
La E.O.A. es utilizar la observación del entorno, de las personas y los lugares para evitar situaciones problemáticas, incómodas o incluso perjudiciales o hasta fatales. Es observar, no mirar, observar con detenimiento, analizar, procesar la información y obtener una lección de ello sin haber tenido que experimentarlo en carne propia.
Personalmente, he usado la E.O.A. muchas veces. Observando a los "otros animales" en mi niñez aprendí a escuchar primero y hablar después, porque los compañeros de clase que más hablaban generalmente eran suspendidos. En mi adolescencia aprendí que consumir drogas lleva a las personas al infierno y se ven realmente denigradas cuando lo hacen, vi a varios amigos consumiendo, y sus reacciones me espantaron de inmediato de cualquier deseo de probar cualquier cosa porque no me quería ver igual o peor de lo que ellos se veían. En el bachillerato viendo a mis compañeras de clase llorar al quedar embarazadas con 14 o 15 años, entendí que ser padre requiere una decisión y no un impulso del deseo. En mis inicios en la adultez aprendí que las mujeres no son inalcanzables, solo hay que atreverse y hacer reír con inteligencia, soportar el rechazo en caso de que suceda y seguir; vi muchas mujeres esperando que alguien les dijera algo, y vi muchos hombres huir antes que atreverse a conversar con una desconocida. Aún no soy anciano, pero posiblemente la lección será que el silencio es mejor muchas veces que cualquier palabra.
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