El engaño
Al difunto líder de la iglesia católica, el Papa Juan Pablo II, le acuñan una frase que siempre me ha parecido muy interesante y dice más o menos algo como: "El mejor truco del Diablo, es hacernos creer que no existe". Curiosamente, esta frase la escuché al final de una película buenísima que se llama, traducida al español, "Los sospechosos de siempre", no precisamente de boca del Papa.
Si nos ponemos a analizar la frase de forma purista, se entraría en un debate teológico acerca de la procedencia del Maligno y su contraparte celestial y Todopoderosa. Habría que escarbar en miles de años de historia religiosa monoteísta judeocristiana para rastrear el origen, metamorfosis y estado de aquel personaje que tiene decenas de nombres, imágenes, representaciones e historias. Personalmente, después de años de curiosidad, lecturas, cuestionamientos e investigaciones, considero que la figura de Satán sólo tienen sentido para quienes tienen una preferencia religiosa monoteísta, es decir, creen en la existencia de Un dios que tiene un enemigo. En otras religiones, recientes y antiguas, donde creen en varios dioses, por lo general también hay una contraparte negativa y maligna.
Sin embargo, aquí no vine hoy a discutir de religión ni del Diablo. Es más, a la frase del Papa le voy a quitar "El Diablo", con lo cual quedaría algo como "el mejor truco es hacer creer que no existe". Por ahí si es el camino que quiero andar.
La humanidad cuando se desligó, o más bien creyó desligarse de su aspecto netamente animal, comenzó a imaginar muchas cosas en su afán de dar respuesta a sus preguntas conscientes. Surgieron las "ideas", se explicaron miedos, se justificaron fenómenos, se inventaron fantasías que solo tienen sentido para los cerebros humanos, como la política, la economía, la música, el internet. Intangibles fundamentales para una humanidad basada en vacíos. Entre esos inventos surge la mentira, el engaño, el truco de hacer creer que no existe o que no pasó o que no es así. Se podría discutir, para "limpiar" la reputación de los humanos, sobre aquellos animales que fingen muerte o heridas o ausencia para matar o salvarse. Sería parcialmente válido, debido a que los animales no racionales fingen para sobrevivir, para salvar sus vidas. Los humanos engañan por decisión consciente, porque se les da la gana, por gusto.
Ese artilugio humano es el fundamento y la gasolina de muchos "hitos" de la especie humana. Cosas que se dicen pero no se comprueban a ciencia cierta, pero que todo el mundo cree porque alguien lo dijo o alguien dijo que a alguien le pasó. El engaño es la herramienta del progreso en muchos aspectos. No hay mentiras o engaños por "necesidad".
El engaño y la mentira son las herramientas de la economía, porque la base de la sociedad es el dinero y lo único que importa es conseguir billetes por encima de lo que sea. El engaño y la mentira son las herramientas del entretenimiento, porque la gente prefiere vivir de fantasías a través de las pantallas, soñando con las vidas de otros, los cuerpos de otros, los lugares de otros, los mensajes de otros y no analizando y entendiendo su propia realidad. El engaño y la mentira son las herramientas de quienes no buscan la verdadera libertad, sino que con un mensaje falso de libertad, buscan reclutar adeptos y seguidores ciegos a sus postulados para saciar sus placeres.
El engaño y la mentira es lo que generan y consumen millones de personas, en su mayoría niños y jóvenes, que por su ingenuidad y estupidez, no son capaces de diferenciar y se convertirán con el tiempo, los que no se logren sacudir de ese manto, en ovejas de un rebaño guiado por alguien más mentiroso que los usó para ganar billetes o inducirlos a un camino hacia la decadencia. Da igual, porque el "generador de contenido" se llenó sus bolsillos a costa de las vidas de muchos. Políticos, actores, influencers, cantantes, se destacan entre los profesionales del engaño.
El que miente y es descubierto automáticamente convierte en enemigo a quien lo descubre, ¿por qué? Porque está tan arraigada la "verdad" de las mentiras que quien se atreva a tocarlas es el equivocado. Que triste es saber que a los seres amados es a quienes más se miente y más se engaña porque son quienes más confían en nosotros.
Los niños engañan a sus padres por agradarle a unos desconocidos temporales y pasajeros llamados "amigos". Los jóvenes se engañan a sí mismos y a otros jóvenes con sus fantasías de excesos y sueños de una vida de adulto para construir una imagen de una falsa realidad cuando están realmente plagados de dudas y miedos que pueden resolver en sus hogares. Los adultos engañan a otros adultos para mantener una imagen social forjada con mentiras del pasado buscando más y más billetes o una apariencia de falsa alegría y éxito de lo que no son. Los ancianos engañan a sus médicos y familiares por su condición de salud, porque ya han entendido que es mejor engañar con una falsa salud que incomodar a los más jóvenes con las dolencias de la vejez para evitar el rechazo. La muerte no engaña a nadie e impone la absoluta verdad porque hasta nosotros mismos nos engañamos y a veces ni somos conscientes de ello.
El mejor truco es hacer creer que algo no existe, que no es verdad, que así no es, que no pasó, tanto que cualquiera que se atreva a cuestionar las mentiras y los engaños entonces automáticamente y contradictoriamente se convierte en el mentiroso.
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